7 MANERAS INGENIOSAS DE ESTABLECER UNA VIDA DE ORACIÓN CONSTANTE

Una relación fuerte con Dios es el resultado de una vida de oración constante, la cual debería ser una prioridad para todo cristiano.

¿Por qué es tan importante tener una vida de oración constante? Para tener salud y fortaleza espiritual, mental y emocional, necesitas una base sólida, y esa base solo se encuentra en Dios, a través de la oración.

No importa cuánto intentes encontrar estabilidad por otros medios, siempre te darás cuenta de que sin Dios como tu fundamento, es imposible vivir una vida verdaderamente equilibrada y plena. Él nos creó para tener una relación con Él, y esa relación debería ser la base de nuestra vida porque, como nuestro creador, solo ÉL es lo suficientemente fuerte para sostenernos.

Una vida de oración constante solo se logra cuando aceptas que NECESITAS A DIOS para vivir y decides ser intencional en hacer de Él una prioridad. Como con cualquier otra meta, tendrás que luchar por ello y usar las estrategias correctas.

Si has estado luchando para orar y quieres hacer un cambio HOY, sigue leyendo para descubrir 7 formas prácticas e inteligentes de hacer de la oración un hábito.

Este artículo trata sobre formas ingeniosas de establecer una vida de oración constante.

ESTABLECE UNA VIDA DE ORACIÓN CONSTANTE

1. Comprende Quién es Dios y Que Solo Él Puede Ser tu Fundamento

Antes de que puedas comprometerte seriamente con la oración, necesitas aceptar que SOLO DIOS está calificado para ser el fundamento sobre el cual construir tu vida. Dios nos creó, por lo que solo Él conoce y sostiene nuestro pasado, presente y futuro. ¡SOLO EN SUS MANOS ESTAMOS SEGUROS! Todo lo demás es inestable, pero Él permanece siempre.

Él es una roca fuerte e inamovible sobre la que podemos construir nuestras vidas sin temor a que colapsen. Mateo 7:25 dice que pueden venir lluvias, inundaciones o vientos para intentar derribarnos, pero si estamos fundados en LA ROCA [Jesús], NO CAEREMOS. Incluso cuando todo a nuestro alrededor se derrumbe, si estamos firmes en Él, nosotros no caeremos.

Muchas veces, sin darnos cuenta, construimos nuestra vida sobre personas, cosas materiales, sueños, carreras, etc.; cosas que no son confiables. De hecho, el mundo nos anima a encontrar seguridad en lo que podemos ver en lugar de confiar en lo que no vemos.

Parece que todo a nuestro alrededor menosprecia nuestra fe. La verdad es que estas cosas, e incluso las personas, eventualmente nos fallarán y nunca serán lo suficientemente fuertes para sostenernos, porque SOLO DIOS PUEDE hacerlo.

Para que Dios sea tu fundamento, debes tener una relación con Él, y no puede ser cualquier relación; debe ser una relación fuerte y la más importante en tu vida.

Esto requerirá CONOCIMIENTO Y FE. Primero, debes comprender quién es Él realmente. No solo quién crees que es para ti, sino quién dice Su Palabra que Él es: Dios es tu creador, tu padre, tu protector [y la lista continúa].

Luego, debes creer que Él es quien dice ser y que NECESITAS tener una relación cercana con Él para vivir. Cuando entiendas esto, lo creas por completo y lo anheles desde lo más profundo de tu ser, estarás listo para comprometerte con una vida de oración constante.

2. Pídele Ayuda al Espíritu Santo

El Espíritu Santo es nuestro ayudador; no solo guía nuestras vidas, sino que también nos empodera. Necesitamos Su ayuda y poder para hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer, especialmente cuando nuestra carne es débil.

A veces, tenemos el deseo de orar y buscar a Dios, pero necesitamos un empujón extra, necesitamos ser fortalecidos porque, como dice Mateo 26:41: “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.

Será una batalla orar, porque NO es fácil vencer nuestra carne. De hecho, será incluso más difícil que otros hábitos. ¿Por qué? Porque no solo lucharás contra tu carne, sino también contra principados espirituales.

Pídele al Espíritu Santo que te ayude a ganar esta batalla. Pídele que tu deseo de orar sea más grande que tu deseo de comodidad. Pídele que te ayude a superar las distracciones y tentaciones que te impiden tener una vida de oración constante. Recuerda, es una batalla diaria que todos enfrentamos (no solo tú), por eso necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para superarla cada día.

Comienza este camino hacia una vida de oración constante pidiéndole al Ayudador Supremo (el Espíritu Santo) que te ayude a vencer tu carne. ¡No tienes que hacerlo solo! Simplemente pedirle al Espíritu Santo que te ayude te impulsará en la dirección correcta. Si te vuelves intencional y dedicas unos minutos (o incluso segundos) cada día para pedirle al Espíritu Santo que encienda (o reavive) tu pasión por buscar a Dios, para ayudarte y empoderarte a orar, notarás una diferencia.

3. Cambia tu Perspectiva de la Oración: De Obligación a Deleite

Así como necesitamos entender quién es Dios y aceptar que solo Él puede ser nuestro fundamento, también debemos comprender que la oración está destinada a ser un deleite, no una obligación. Debemos estar dispuestos a cambiar nuestra perspectiva de la oración y reemplazar cualquier pensamiento negativo sobre ella con la verdad de Dios. Él quiere que encontremos placer en orar, en lugar de verlo como una carga, y que lo consideremos algo emocionante, gratificante y poderoso.

Descubrirás que cuanto más ores, más disfrutarás haciéndolo. Es como cuando empiezas a llevar una vida saludable: al principio puede ser difícil acostumbrarse y disfrutarlo. Si no estás acostumbrado a una vida saludable, puede ser incómodo al inicio, incluso frustrante o abrumador, lo que naturalmente puede hacer que lo veas de manera negativa.

Pero si te comprometes, incluso cuando no tengas ganas, con el tiempo empezarás a desearlo hasta que se convierta en algo esencial para ti. Verás los resultados positivos que trae y comenzarás a entender por qué lo necesitas tanto.

Una vez que cambie nuestra mentalidad y perspectiva, nos daremos cuenta de que, más allá de ser algo agradable y emocionante, la oración puede transformar nuestras vidas de verdad.

4. Haz una Lista y Evalúa tus Obstáculos

Es hora de lo práctico. Saca una libreta y un bolígrafo y dedica un tiempo a reflexionar. Haz dos listas. En la primera, anota todo lo que te impide comprometerte con una vida de oración constante. Pregúntate: ¿Qué me está impidiendo orar? ¿En qué estoy gastando la mayor parte de mi tiempo?

Tal vez duermes demasiado, priorizas el descanso o cosas secundarias, pasas demasiado tiempo en el teléfono o viendo televisión, o simplemente no has estado dispuesto a tomártelo en serio y rechazar otros compromisos para hacer espacio para Dios. Incluye literalmente todo lo que te esté frenando, ya sean hábitos, actividades o incluso personas.

En la segunda lista, escribe formas en las que podrías enfrentar esos obstáculos. Incluye los cambios necesarios que podrías implementar para ser más eficaz en el futuro.

5. PROGRAMA EL HORARIO y Prepárate de Antemano

A continuación, saca tu agenda, imprime una plantilla de horario semanal o utiliza un calendario en línea para evaluar y programar los días y horarios más adecuados para ti para orar.

Sé muy realista y empieza de a poco si es necesario. Asegúrate de elegir solo los días y horarios que REALMENTE puedas cumplir. Comienza con 3 días a la semana si lo prefieres, y luego ve aumentando hasta que se convierta en un hábito diario.

Elige un momento en el que sepas que podrás concentrarte en la oración sin interrupciones constantes. Puede ser temprano en la mañana o tarde por la noche antes de dormir. Si ya oras todos los días pero quieres aumentar tu tiempo, planifica cómo podría verse eso en tu semana. Nuevamente, es importante ser realista para que puedas cumplir con tu plan en lugar de establecer expectativas demasiado altas que puedan desmotivarte si no las alcanzas.

Finalmente, vuelve a tu diario y planifica el lugar y los recursos necesarios. Piensa en el mejor sitio para orar, uno libre de distracciones que te ayude a mantener la concentración. Luego, haz una lista de los elementos que podrías necesitar (por ejemplo, Biblia, diario, bolígrafos, manta, pañuelos, etc.). Reúne esos objetos y déjalos en tu lugar de oración designado; de esta manera, reduces las excusas y tendrás todo accesible y listo para empezar.

6. Busca UN COMPAÑERO a QUIEN RENDIR CUENTAS

Pide a alguien en tu vida con quien te sientas cómoda y que sea más fuerte que tú en esta área que te mantenga responsable. Siempre es útil contar con alguien que ofrezca apoyo, aliento y motivación, ya que fomenta un sentido de compromiso.

Pídele que revise como vas, ya sea diariamente o semanalmente. Los chequeos regulares y las conversaciones sobre tus experiencias de oración crean un espacio para la reflexión, permitiéndote compartir tanto los desafíos como las victorias.

Además, un compañero con quien rendir cuentas puede ayudarte a mantenerte enfocada, asegurando que la oración siga siendo una prioridad a pesar de las distracciones de la vida. Juntos, pueden profundizar en su vida de oración, fomentando un crecimiento y una resiliencia que nutra un hábito duradero de oración.

7. Alimenta Tu Espíritu Más que Tu Carne

Estoy extremadamente apasionada por esta parte porque he sido testigo de los efectos de alimentar tu carne más que tu espíritu, y es un territorio peligroso del que no se habla lo suficiente. Cuanto más alimentas tu carne, más susceptible eres a caer en el pecado, quedarte atrapada en él y, eventualmente, distanciarte de Dios por completo (que es el objetivo del enemigo).

¿Qué es lo que más escuchas y ves? Lo que ves y escuchas es lo que te llena y, por lo tanto, determina el rumbo de tu vida. No solo eso, sino que estás alimentando ya sea tu espíritu o tu carne con todo lo que te escuchas y ves.

Lo que entra en tu boca afecta tu cuerpo, y de la misma manera, lo que entra en tus ojos y oídos afecta tu espíritu y tu alma. Cuanto más escuches la Palabra, más querrás y te sentirás alentada a seguir buscando a Dios, porque la fe viene por el oír (Romanos 10:17).

Cuanto más fuerte sea tu carne, más difícil será establecer un hábito de oración y buscar a Dios será una batalla mayor. Fortalece tu espíritu más que tu carne, porque cuanto más fuerte sea tu espíritu, más fácil será elegir la voluntad de Dios sobre tus deseos carnales. Escucha y ve sermones o música de adoración que alimenten tu espíritu más que cualquier otra cosa para que puedas conquistar tu carne.

No dejes que el enemigo debilite tu espíritu permitiéndole distraerte con programas y música que solo alimenten tu carne y debilitarán tu vida de oración a largo plazo. Él es astuto y, antes de que te des cuenta, tu carne será más fuerte que cualquier otra cosa debido a lo que has permitido entrar en tus ojos y oídos. Toma decisiones que aseguren que estés alimentando tu espíritu más que tu carne de manera habitual.

En general, ten mucho cuidado con lo que te estás llenando continuamente, porque puede convertirse en un hábito sin que te des cuenta. No tomes esto a la ligera, porque, nuevamente, el enemigo quiere engañarte de cualquier manera que pueda. Cuanto más indiferente seas al respecto, más fácil será para él engañarte y hacerte creer que no hace ninguna diferencia lo que miras o escuchas, pero créeme, ¡marca TODA la diferencia!

CONCLUSIÓN

Entender quién es Dios, pedir ayuda al Espíritu Santo, cambiar tu perspectiva sobre la oración, evaluar tus contratiempos, prepararte de antemano, buscar rendición de cuentas y, sobre todo, alimentar tu espíritu más que tu carne son algunas de las formas ingeniosas en las que puedes prepararte para un estilo de vida exitoso de oración.

Si sigues estos pasos, lograrás la consistencia que buscas y forzarte a ti misma a hacer de la oración un hábito se volverá más fácil, incluso cuando no tengas ganas.

Recuerda que la oración debe ser más que una tarea más en tu lista; debe ser deleitosa, poderosa y, sobre todo, transformadora.

Esta publicación fue sobre formas de establecer una vida de oración consistente.